Colombia sitiada por los Urabeños
Por María Antonia García de la Torre el 13 de Enero 2012
Foto: GermanBlanco
9'387.230 habitantes amenazados de muerte. El
castigo por salir a la calle, un tiro de gracia. Ocurrió en Colombia
durante la primera semana de enero. Un grupo paramilitar, Los Urabeños,
en represalia por la muerte de su jefe, "Giovanny" (muerto a manos del
ejército), decidió afinar su puntería con cualquier ser humano que
saliera de casa en el Chocó, Antioquia, Córdoba, Sucre y Cesar, un total
de 168.605 km2. El área de terror equivale a una tercera parte de
España. Para ejecutar su osadía, a Los Urabeños les bastó con distribuir
un panfleto
y una cuarta parte de la población del país se recluyó en sus casas.
"No había nadie en las calles, ni siquiera policías, nadie de mi familia
salió ni a la esquina porque sabíamos que si salíamos, nos mataban",
cuenta un habitante de Santa Marta.
La
demostración de poderío de Los Urabeños, el 5, 6 y 7 de enero de 2012
refuta el canto victorioso de Uribe anunciando la erradicación de los
grupos paramilitares en 2006. Los hechos cuentan otra historia y la
escriben con sangre. El Informe de
Indepaz es contundente: hay más de 30.000 paramilitares armados y
activos en 31 regiones de Colombia. El informe es de hace pocos meses:
"Al terminar el año 2011 se puede estimar un avance en su cobertura
territorial que ya supera 347 municipios de 31 departamentos". El
documental de Hollman Morris, "Impunity" registra cifras similares.
Ambos estudios, sumados a investigaciones de periodistas -muchos de ellos amenazados de muerte y exiliados- contradicen el Informe
de la Alta Consejería Presidencial para la Reintegración, según el
cual, "el día 15 de agosto de 2006, [finaliza] el proceso de
desmovilización de los denominados grupos de autodefensa, el cual arroja
un balance de 31.671 hombres y mujeres desmovilizados, 18.051 armas
entre largas, cortas y de acompañamiento entregadas, durante 38 actos de
desmovilización".
Los paramilitares, vaya paradoja, no existen, pero cuentan con poderío militar para paralizan regiones enteras. Los grupos existentes hoy en día, Los Paisas, Las Águilas Negras, Los Rastrojos, Erpac, Los Urabeños, están diseminados por casi todo el país, como lo demuestra este Mapa de presencia narcoparamilitar de Colombia publicado por Indepaz.
Las
cifras de insurgentes siguen intactas, antes y después de las
"desmovilizaciones". Y los "paras" que sometieron a cinco regiones de
Colombia a principios de 2012 así lo confirman. Persiste su control
territorial, reparten panfletos y siguen aterrorizando a su antojo a
millones de ciudadanos. La
movida del presidente Santos, un viaje relámpago a la caribeña Santa
Marta, un anuncio de mano dura contra Los Urabeños, 250 soldados
adicionales para la región y siete fiscales para "combatir las bandas
criminales". Luego volvió a Bogotá. Ofreció 1'600.000 de euros a quien
delatara al nuevo líder -a rey muerto, rey puesto- y a sus dos nuevos
"subcomandantes". Una nueva cabeza le brotó a la Hidra del muñón que
dejara alias "Giovanny".
De
la "Seguridad Democrática" pregón fatuo de Uribe, o la "Prosperidad
Democrática" de Santos no hay ni sombra en las regiones apartadas de
Colombia. Por no hablar de todas las zonas rurales. El 90% del
territorio. Impera un temor reverencial ante los paramilitares. El que
robe, amarre un caballo en el árbol equivocado, la mujer que use una
minifalda muy corta, está en problemas. La libertad, la autonomía, la
presencia del ejército son mitos. Solo son verdades las que imprimen los
paras en sus panfletos intimidatorios. Esa es la Ley.
Temor es el sentimiento imperante. La
gente calla y obedece. Los paramilitares no dan sus órdenes dos veces.
El que desafía su poderío termina descuartizado en un río. Sin más.
Dos hombres que salieron a la calle durante el "paro militar" recibieron
tiros de gracia. Nadie sabe quiénes eran, los periodistas de la región
indagan poco. Pueden ser los siguientes en caer.
En
las primeras 48 horas los dueños de tiendas pequeñas -y otros
comerciantes- perdieron más de 3 millones de euros. En un país donde el
salario mínimo son 200 euros. Para estos diez millones de colombianos
los paramilitares son parte del pasado... y del presente. El panfleto que enviaron Los Urabeños no provendría de una organización desarticulada:
"Decretamos que a partir de las 12 de la noche del día jueves hasta las
12 de la noche del día viernes de 2012 queda suspendido todo en
general, comercio, transporte, alcaldías y demás entes de control, no
queremos ver a nadie andando y haciendo ninguna labor, esto en
retaliación (...) al vil asesinato de nuestro líder Juan de Dios Usuga
David".
Colombia
vive una situación dramática, pero el rimmel y el rubor puestos por dos
gobiernos sucesivos impiden ver el horror tras la máscara. Fuera de
nuestro país suele decirse que "está muy bien" incluso "mejor que
Venezuela, casi como Chile".
La realidad de millones de campesinos aterrorizados en pleno día de Reyes cuenta otra historia. La verdadera historia. La
historia de 50 muertos diarios por causas violentas, que nos ancla a
una guerra civil incompatible con las teorías post-conflicto. No fue hace años sino hace
solo unos días: los paramilitares pusieron en jaque al país y nuestro
ejército -el más poderoso de Sudamérica- no pudo contenerlo.
Los Urabeños, los Rastrojos, Las Águilas Negras no son historias
fantásticas del Caribe, son mercenarios expertos en descuartizamiento de
campesinos y sin la menor intención de deponer las armas. Cuanto
más tarde el presidente en reconocerlo y atacarlo en sus justas
dimensiones, más campesinos seguirán cayendo al río cortados en
pedazos.
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